A 30 años de creado el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en México (El Sistema Nacional de Investigadores fue creado Por Acuerdo Presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de julio de 1984), ha transcurrido un tiempo que debiera haber sido suficiente para que el reglamento actual garantizara evaluaciones más objetivas, que se prestaran menos a decisiones personales de los miembros de las comisiones. El reglamento es muy vago y deja muchos cabos sueltos. Son mejores los sistemas de evaluación de las Universidades que el mismo SNI. Indudablemente hay miembros que merecen el reconocimiento que tienen o una mayor, pero también vemos otros casos, o al contrario, investigadores con una trayectoria subreconocida por el nivel que el SNI les asigna. 30 años serían suficientes para hacer un mejor SNI, pero en México lo que es parte de la administración pública suele quedar en manos de mafias que impiden su correcto desarrollo. La subjetividad de las evaluaciones y asignaciones de niveles del SNI, han llevado a que el nivel en el SNI de un investigador, no pueda ser considerado una medida confiable de su calidad, y que el valor que se le dé sea meramente de un bono económico.
Señala Enrique Cabrero, director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México, que México "ha fallado" en el desarrollo de la innovación científica y tecnológica. Lo que no dice es que las políticas históricas de CONACYT desde su fundación han fomentado la productividad académica tipo maquila, producción de productos en serie por cantidad, no por calidad. Y lo mismo los sistemas de evaluación de las Universidades, que fomentan la recolección de puntaje no a través de un auténtico trabajo, sino la recopilación de constancias siguiendo procedimientos a capricho de los administrativos, en donde las acreditaciones dependen de conseguir los papeles que los evaluadores decidan, no de demostración de realización de actividades sustanciales. Esto solo hablando de generalidades.
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