“El cristal real está poblado de una multitud de los más diversos defectos. ¿Es esto bueno o malo? de momento dejémoslo sin respuesta, ya que eso será motivo de nuestra conversación más adelante. Aquí limitémonos a la conveniencia de advertir que los defectos, como quiera que sea, reavivan al cristal. Gracias a la presencia de defectos el cristal pone al descubierto su “memoria” sobre sucesos en los que participó a su debido tiempo; los defectos ayudan al cristal a “adaptarse” al medio ambiente, definen su “sensibilidad” frente a las acciones externas…”
Ya. E. Gueguzin en “El Cristal Vivo.
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