Al llegar por la mañana a laborar a la Universidad de Sonora, la tarjeta de acceso funcionó sin problema alguno. Por la mañana, un amigo compañero de trabajo me dijo que estaba personal al parecer de conservación en las plumas de entrada pidiendo identificación a las personas que entraban en automóvil, con el propósito de desactivar aquellas credenciales que no correspondieran a personal del área, por la saturación de los estacionamientos que ocurre. Bueno, hasta allí todo parece más o menos sensato. Sin embargo, por la noche, al salir, me encontré con la sorpresa que la tarjeta no abría la pluma para salir, a lo que una maestra que venía en un carro atrás me informó que en la mañana habían dicho los sujetos que estaban pidiendo identificaciones, que desactivarían las credenciales. Ella tuvo la fortuna de estar en ese tiempo allí, y por eso su tarjeta estaba activa. Los demás, al parecer, que no tuvimos esa suerte, nos quedamos sin acceso hasta averiguar cómo recuperarlo. Así que así se las gastan mañana les cuento en este mismo blog quien o quienes son los responsables de hacer este tipo de cosas. Por supuesto, lo razonable, lo responsable, era que se preguntara que personal labora en esa área y que ocupa el estacionamiento. Si se pudiera razonar, pensar, y ser respetuoso del personal, eso es lo que se debió haber hecho. Sin embargo, se les ocurrió la “brillante” idea de cancelar por cancelar y que el personal pierda su tiempo en horas hábiles en andar averiguando cómo hacerle para reactivar las tarjetas de acceso. Mañana exigiré que se corrija este problema, carente de sentido, a todas luces producto de la falta de capacidad de hacer las cosas bien de parte de mañana les digo quien.
En julio de 2008, estas filas causaron molestias. Los mismos trabajadores que estaban supervisando comentaban que Conservación había quedado vacante, queriendo evidenciar la ineptitud en esa dirección de la Universidad de Sonora.
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