Los Juegos Olímpicos (JO) de este año, realizados en China, muestran el surgimiento no solo de un nuevo orden de dominio deportivo entre las naciones, sino que más bien parecen ser un indicador preciso del nuevo orden mundial entre las naciones poderosas. China, el anfitrión, aparece encabezando el medallero en número de medallas de oro. Durante la época de la guerra fría, el dominio deportivo era para la Unión Soviética (US) o los Estados Unidos (USA), que eran considerados las máximas potencias mundiales. Hoy por hoy, USA y aún más Rusia (una vez desintegrada la US), han sido desplazados como las mayores potencias deportivas, y esto viene acompañado de lo que cada vez más se dice, que China es la nueva potencia mundial. Potencias como China, USA y Rusia no son potencias y naciones independientes por su economía, sino porque han consolidado un poder militar en el que pueden basar también en un momento dado su poder económico. China, es ahora considerado un coloso militar, y ha alcanzado el punto en que, como USA y Rusia, no pueden ser obligados a respetar a otras naciones, a pesar de la opinión internacional – una muestra de esto es cómo Estados Unidos invadió Irak aún en contra de la ONU. Son países que se reservan el derecho a respetar o no los tratados y convenios internacionales de la comunidad internacional, sabedores que nadie se atreverá a contrariarlos. Se convierten en un peligro para la humanidad, en un peligro para los países más débiles. Los resultados de los JO son entonces un síntoma del nuevo orden mundial, en que USA parece haber perdido el mando. Los chinos lo han querido evidenciar deportivamente, sabiendo que esta supremacía deportiva, no solo se da en ese ámbito. Por lo pronto, el mensaje está siendo contundente. En relación a nuestro país, lo que hay que preguntarnos es qué tenemos que aprender de esos países para aspirar a subir en el medallero, en el orden de las naciones. Un ingrediente es necesario que nuestros dirigentes, sobre todos los que en el presente ejercen el poder, no tienen: nacionalismo. Ridículas y cínicas las palabras de Felipe Calderón felicitando al mexicano ganador de medalla de oro (Guillermo Pérez), cuando la situación de la delegación mexicana es lastimosa, y eso es en mucho por la corrupción que solapa el gobierno de Calderón (que llegó a la presidencia de México con la sombra del fraude electoral). Hay que recordar la mediocridad de directivos mexicanos, al decir que no era importante ganar medallas. Al momento de terminar de escribir esto, otra mexicana había ganado medalla de oro: otro caso de esfuerzo más que nada personal, de ninguna manera mérito de los directivos del deporte mexicano. Por cierto, el gobernador del Estado de México anduvo presumiendo que eran el estado que más atletas enviaba a China. ¿Pagará ahora anuncios para gritar que no se trajeron ninguna medalla?
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